Dios bendiga a cada uno de ustedes. El día de hoy queremos compartir un servicio muy especial que
vivimos en el Tabernáculo de la Ciudad de Apatzingán el día domingo 5 de octubre. Llevando
como tema
“En Pie de Batalla”. Un llamado a los hombres de Dios en Apatzingán y basado en Ezequiel 22:30.
Retomando el esfuerzo iniciado por nuestro hermano Alfredo González Domínguez. Apóstol de nuestro
Señor Jesucristo, durante su pasada visita apostólica la última semana de agosto, cuando hizo un
llamado a los hombres de Michoacán a levantarse y comprometerse con el trabajo de Dios.
Este servicio especial que vivimos en Apatzingán tomé el lugar como parte de una retroalimentación
para no dejar que la unción de trabajo y entrega se apague con el tiempo. Con la predicación de la
Palabra recordamos que Dios siempre ha obrado a través de vasos humanos, hombres y mujeres
dispuestos,
pero que, para levantar y sostener Su Iglesia, Dios busca hombres comprometidos que tomen su lugar
en
el servicio, guiados por el Espíritu Santo. Destacando que cuando un hombre se levanta, fortalece a
su
hogar, familia e Iglesia. No se trata de capacidades, inteligencia o recursos, sino de
disposición y
entrega total a Cristo. Como el Apóstol Pablo, su llamado fue a ser prisionero de Cristo, dejando el
patrón a seguir de hombres movidos por la fe y no por las emociones, decididos a actuar no por lo que
sienten, sino por lo que creen. Es tiempo de dejar de ser espectadores ya se han tenido muchos que
observan, pero pocos que tomen Su Cruz. Hoy, el desafío es claro: ponerse en pie, tomar la cruz y
seguir a Cristo, porque “la mies es mucha, y los obreros pocos”.
El servicio culminó con un momento de gran bendición; todos los hombres pasaron al altar para ser
puestos en las manos de Dios. Derramándose una unción de trabajo sobre cada uno de ellos, y que toda
la iglesia pudiera ser testigo de este pacto de fe y acción.
Este encuentro marcó un paso firme hacia adelante en el propósito de levantar una generación de
hombres que permanezcan en pie de batalla, comprometidos con Dios, sus hogares y la obra del Señor.
Y
aquí, en nuestro altar, algo comenzó a encenderse nuevamente. No fue solo una oración, sino el
inicio
de un movimiento de corazones dispuestos. No solo dentro de nuestro Tabernáculo, sino también en sus
hogares, su trabajo y en su vida diaria, para ser ejemplos vivos del poder transformador de Cristo,
Reflejando la Nueva Imagen de la Novia del Señor.
Hoy Apatzingán vio levantarse a una generación de hombres que no huirán de la batalla, sino que se
mantendrán firmes en la brecha, defendiendo la fe, cuidando a sus familias y sirviendo a su iglesia.
Porque cuando un hombre se pone en pie bajo la unción de Dios, el cielo mismo se mueve a su favor.
Agradecemos a todos nuestros lectores por darse el tiempo de ver y leer estas noticias.
Que Dios les bendiga.