Estamos gozosos de poder vivir la Segunda Gran Fiesta de la Iglesia Mexicana en este año y en especial ser anfitriones y protagonistas de la Segunda Fiesta de Jubileo llevada a cabo en el Tabernáculo de la Ciudad de Acapulco los días 5 y 6 de septiembre. En este evento contamos con la presencia de nuestro Hno. Otniel González, Apóstol de nuestro Señor Jesucristo, y familia; nuestro Hno. Ángel González, Pastor del Tabernáculo de la Cd. de México y su familia; y nuestra admirable Hna. Rosita Ruiz de González acompañada por parte de su familia.
Así también tuvimos el gusto de recibir a los Pastores del Tabernáculo de la Cd. de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas y del Tabernáculo de la Cd. de Coatzacoalcos, Veracruz; nuestros hermanos Ricardo Yáñez y Obed Garduza respectivamente, junto con sus apreciables familias. Finalmente, fuimos bendecidos con la presencia de nuestro hno. José Antonio Tovar, Pastor del Tabernáculo de Ciudad Frontera y Apóstol de nuestro Señor Jesucristo quien fue el portador de la Palabra, contando con el apoyo y presencia de su familia.
Formamos parte de este evento la Iglesia local y las Misiones de Xaltianguis, Tlapa de Comonfort, Zihuatanejo, Marquelia, Ometepec, Gro., y Buenavista, Oax. Quienes nos unimos en preparación para recibir lo que Dios tenía para cada uno de nosotros.
El día sábado nuestro Hno. José Antonio Tovar dio apertura a nuestros servicios levantando las escrituras de Levítico 25:9-10, Lucas 4:16-21 y Hechos 1:4-8. Nuestro hermano inició relatando cómo en el Antiguo Testamento el sacerdote encendía el candelabro, al encender la primera luz, de esa misma luz se encendía la siguiente luz y así sucesivamente hasta que encendía los siete brazos, trayendo a nuestro tiempo que esa primera luz se encendió en el Tabernáculo de la Cd. de México y que ahora esa luz iba a encender el fuego en el Tabernáculo de la Cd. de Acapulco y que de aquí viajaría a la siguiente Iglesia para encender el fuego.
Trayéndonos una breve reseña del tema: “Un viaje a través del tiempo”, hablándonos de cuando nuestro precioso Hno. William Marrion Branham, vino a nuestro país en el año 1956 una vez que su propio país había rechazado el Mensaje, viniendo bajo una nueva visión a sembrar esa Simiente de Vida. Y que para 1970 vinieron nuestros hermanos venezolanos a regar esa Simiente, cumpliéndose la escritura de 1ª Corintios 3:6. Del año 1970 al 2010 era una gran vuelta de esquina. Ya que en 2010 se cumplían 200 años de nuestra Independencia como nación y 100 años de la Revolución Mexicana, pero que un Ministerio Apostólico pudo mirar que también era el cierre de una vieja generación y la apertura de una nueva. Así como la apertura de una Era Apostólica en nuestro país, en donde aquella primera fiesta en 2010 estuvo ligada a la experiencia de un Nuevo Nacimiento.
Transcurridos 50 años cumpliéndose en este 2020, vivimos un año de Jubileo y nuestras diez fiestas de Jubileo están ligadas a un Bautismo de Fuego.
El domingo por la mañana estábamos bajo una gran expectativa de lo que Dios iba a hacer y cómo podríamos ser parte de ello. Retomando que Jubileo es la gracia de Dios expresada a su pueblo, que todo poder del diablo había sido cancelado y que Dios tenía una gran mesa de regalos de acuerdo a cada una de nuestras necesidades. Se nos detallaba como ejemplo el Estanque de Bethesda y cómo Dios cada cierto tiempo trae un movimiento sobrenatural pero de igual manera como en la antigüedad había que estar sumamente atentos a ese movimiento de Dios y no perderlo de vista ya que ese mover estaba ahí y no podíamos perder la oportunidad de hacerlo nuestro.
Se recalcó que este Jubileo tiene dos caras: “gracia o juicio”; que depende de nosotros, “¿qué camino vamos a tomar?”. El año 2020 sin duda es un año de verdadera decisión entre recibir el Sello de Dios o la marca de la bestia. Por lo cual se requería una verdadera preparación para recibir este evento y corregir los descuidos que habíamos tenido. Mencionando que hemos llegado a la plenitud de los dones y tenemos que hacerlos nuestros. Concluyó haciendo hincapié que de 2010 a 2020 se cumplían 10 años, tiempo para que el manto nos quedara a cada uno de nosotros como creyentes de este glorioso Mensaje.
Dios se hizo presente en la escena y nos permitió pasar por la línea de oración, dejando que cada uno de nosotros pudiéramos recibir lo que Dios quería regalarnos y por lo cual nos habíamos preparado tanto.
A nombre de nuestros Pastores, Iglesia y Misiones, damos gracias a Dios por este tiempo maravilloso que nos permitió vivir siendo protagonistas y por las cosas buenas que ha traído para nosotros. Y aunque este escrito este plasmado con lo ocurrido en nuestra fiesta en tiempo pasado, tenga la seguridad que en nuestros corazones sigue ardiendo como desde el primer día y seguiremos orando por el éxito de nuestras siguientes fiestas de Jubileo.
Dios les bendiga. ¡Saludos!
Por David García Morales
Fotografía
Abigail Moreno