Quiero a Sarah en el órgano, a Becky en el piano, yo quiero a Joseph en el púlpito.
Cuando yo pueda ver eso suceder, y yo y mamá podamos entrar tambaleando, yo sobre mi viejo bastón, alguna noche, viniendo por el camino, y que yo pueda mirar allí y ver a mi muchacho parado allí ungido con el Espíritu Santo, predicando este mismo Evangelio.
Yo quiero tomar este viejo Libro, y decir: "Hijo, aquí está, es tuyo. Tú párate con El, no te comprometas en una Palabra. Tú quédate con Ella, querido. No lo hagas, no importa, a mí no me importa quién esté contra ti, quién está en contra, Dios estará contigo. Tú predica cada Palabra exactamente como está escrita Allí, y papá te verá al otro lado del río".
Joven predicador, entre en el campo, permanezca en el puesto del deber. Todos Uds. predicadores jóvenes y cosas, no se sienten. No se sienten sin hacer nada. Salgan allá y ganen un alma. ¡Hagan algo! Actúen, muévanse. No se detengan, predicadores jóvenes allá. Dios bendiga su corazón.
ADOPCIÓN PARTE IV, parrafo 225, 226 y 228